Pensar a largo plazo, mirar más allá de la actualidad diaria e imaginar el futuro deseado es una actividad que, a pesar de no ser habitual, merece la pena. El propio pensamiento sobre el futuro ya introduce elementos causales en el mismo. Pensar en futuro es el primer paso para su construcción.
El pensamiento sobre el futuro ya introduce elementos causales en el mismo. Pensar en futuro es el primer paso para su construcción
En un mundo tan complejo, que evoluciona a velocidad de vértigo y en el que lo único constante es el propio cambio, nuestras sociedades se enfrentan a una variedad de riesgos. Los escenarios que se plantean son muy diversos, y hacen preciso determinar claramente cuál, entre todos ellos, sería el más deseado. De esa manera se podrá establecer una misión –qué queremos-, una visión –de qué forma y con qué valores-, y unas estrategias de acción.
El horizonte se presenta lleno de luces y sombras. Como ya señalaba Charles Dickens, “era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada”. Una definición también aplicable a los tiempos actuales.
Son muchas las tendencias de futuro que ya se apuntan. En el ámbito político asistimos a una proliferación de conflictos sin fin, a un auge de nacionalismos y extremismos, a una crisis de democracia generalizada y unapérdida de confianza ciudadana en las instituciones. A su vez, la denominada comunidad internacional se muestra impotente para abordar las amenazas, el concepto de Estado-nación está en entredicho y el poder de los actores no gubernamentales se dispara.
Poco queda ya por decir sobre las crisis económicas y financieras, la necesidad de restablecer mecanismos de control, el impacto de la aparición de nuevas formas de pago o el desarrollo de zonas y rutas comerciales, en un entorno de interdependencia económica global.
Hace años, España abordó una transición de éxito basada en el consenso y la generosidad, en la que todos sabían y estaban de acuerdo de qué huir pero quizás no tanto a dónde llegar. Los tiempos han cambiado
Quizás el mayor proceso de cambio se produce por la evolución de nuestras sociedades y el desarrollo tecnológico. Nuevas formas de vida, nuevos valores, nuevos deseos y exigencias ciudadanas, y un acelerado desarrollo tecnológico desafían los paradigmas tradicionales. El ciudadano aumenta su poder y sus capacidades, asume funciones y se organiza para evitar dependencias externas e intermediarios.
Tampoco debemos olvidar los aspectos medioambientales, sobre los que empieza a generarse consenso. La escasez y lucha por los recursos, las grandes catástrofes naturales y el cambio climático alimentarán los futuros conflictos y migraciones.
En todos los casos señalados la seguridad se configura como una garantía para el ejercicio de derechos y libertades. Y en muchos de ellos esta seguridad está en juego: conflictos, corrupción, riesgos de polarización social, ataques a la privacidad, enfrentamientos étnicos y religiosos, crímenes de odio, guetos urbanos, crisis humanitarias o efectos derivados de las nuevas tecnologías.
Poner los derechos y libertades al servicio de la seguridad sería una perversión y confusión entre medios y objetivos. Únicamente en casos excepcionales, y con todas las garantías, será necesario establecer limitaciones individuales en su ejercicio al servicio de un bien colectivo claro y consensuado.
Hace años, España abordó una transición, una historia de éxito basada en el consenso y la generosidad, en la que todos sabían y estaban de acuerdo de qué huir pero quizás no tanto a dónde llegar. Los tiempos han cambiado. Es urgente abordar una nueva transición, nacional y global, hacia el futuro deseado. Disponemos de herramientas para ello: conocimiento, talento, pasión y compromiso. Para ello es preciso, como base, un nuevo humanismo que vuelva a situar a la persona en el centro del sistema, y el desarrollo de una inteligencia colectiva que aúne la creciente potencialidad de los individuos y la oriente al bien común, para superar las ineficiencias y desviaciones del modelo actual.
Es difícil encontrar mejor momento que el del lanzamiento de un nuevo medio, como es el caso de bez.es, para comenzar a trazar una visión sobre el futuro que nos espera en los próximos años, y para iniciar un proceso colectivo para su construcción. Nuevo pensamiento para una nueva forma de actuar.