··· BEEREDICTO ···



“Escribir sobre la cocaína es como consumirla. Cada vez quieres más matices, más información, y las que encuentras son suculentas, ya no puedes prescindir de ellas. Eres addicted” Saviano.
Roberto Saviano, periodista italiano nacido en Nápoles en 1979, saltó a la actualidad a raíz de la publicación de “Gomorra” en el año 2006, en la que describe la actividad de la Camorra. Desde entonces vive acompañado por guardaespaldas y miembros de los carabinieri día y noche.
En su nueva obra de investigación, “CeroCeroCero”, aborda el tráfico de cocaína en el mundo, en un estilo periodístico en el que se entremezclan historias cotidianas y no tan cotidianas, y que hace remover las entrañas del lector, aún en el caso en que esté familiarizado con la materia. Así sucede, a título de ejemplo, con la descripción de la brutal tortura y posterior asesinato de Enrique “Kiki” Camarena, agente de la DEA infiltrado en el Cartel de Guadalajara. Una historia ya relatada en la imprescindible novela “El poder del perro” de Dan Winslow, que Saviano vuelve a destacar como una representación de la violencia más extrema e irracional, superando todo lo imaginable. Pero una historia no ajena a otras interpretaciones, no narradas en la obra, como la que a finales de 2013 involucra a la CIA en el citado asesinato, tras descubrir Kiki los vínculos que Washington tenía con Caro Quintero, capo del cartel, como vía para financiar la contrarrevolución nicaragüense.
Saviano hace referencias a algunos de los momentos más relevantes en la historia del crimen organizado, como la presunta reunión celebrada en 1989 en Acapulco, dirigida por Félix Gallardo “El Padrino”, en la que se establecieron acuerdos sobre cómo repartir el negocio de entonces entre los distintos cárteles. En esa cita aparecen referenciados personajes trágicamente famosos en los últimos años: Guzmán Lorea, más conocido como “El Chapo”, que recibió zonas de Baja California y Sonora, y que crearía el poderoso cártel de Sinaloa; Rafael Aguilar, asumiendo la región de Juárez hasta Nuevo Laredo, de la que se harían cargo posteriormente Armando y Vicente Carrillo Fuentes, el conocido cártel de Juárez; o los hermanos Arellano Félix, que harían lo propio con el cártel de Tijuana.
Este reparto no tardó en despertar las ansias de control de los diferentes cárteles, lo que llevó a una cruenta guerra que prosigue en la actualidad. A esa historia también pertenece otro de los episodios más relatados, el asesinato del cardenal Posadas Ocampo, a quien miembros del cártel de Tijuana confundieron con el Chapo Guzmán, en un espectacular tiroteo en el aeropuerto de Guadalajara en mayo de 1993, aunque algunas teorías señalan que no se trató de una acción fortuita, y que el cardenal estaba al tanto de las actividades de Salinas de Gortari. O la primera acción que puede considerarse como un acto de narcoterrorismo, la bomba en una plaza en Morelia (Michoacán) en 2008, que causa 8 muertos y 100 heridos, enmarcada en la guerra entre la Familia Michoacana y los Zetas.
Un hecho subyace en toda la obra, la producción de droga ya no es lo importante. Repartir, suministrar, organizar, controlar y actuar en represalia cuando haya que hacerlo. Esta innovadora idea de negocio introducida por El Chapo, es la que ha catapultado a los cárteles mexicanos a los puestos más altos del control del tráfico internacional, llegando a ser él, su mayor exponente. Con este punto de partida en el país azteca, centro de mando actual del tráfico de cocaína, Saviano se embarca en un viaje que lleva al lector a lugares como Colombia, Italia, España, Nigeria o Rusia. Dotado de enorme crudeza describe desde los efectos de la cocaína, los entornos y medios de acción de los grupos de crimen organizado y escenifica un recorrido por los principales focos del problema en el mundo.
Las citas a España, lejos de ser anecdóticas, se repiten en varias ocasiones a lo largo del texto, situando así, a nuestro país como actor fundamental en el negocio. España es el hogar de los capos. No solo se pone de manifiesto la sobradamente conocida ventaja geográfica que representa la península, sino la importancia de esta como centro de lavado –de dinero- y residencia.
Al viaje en el que se sumerge el lector no le faltan detalladas descripciones sobre la configuración del negocio del tráfico de cocaína, abordado éste desde múltiples perspectivas; los efectos de la misma, su producción y tratamiento, y la existencia de un culto y una cultura orientada a la cocaína. Se exponen, igualmente, las principales formas de actuación de las mafias, el nacimiento de alguno de los más relevantes cárteles, la disponibilidad de recursos que permiten que incluso dispongan de submarinos, o enviar aviones cargados de cocaína al Sahel, el entrenamiento de “mulas” en Curazao, la elaboración de maletas con fibra de vidrio y cocaína, o la dificultad para la detección de la cocaína líquida.
Y es que para esta actividad disponen del asesoramiento en nómina de analistas o “doctor travel” que estudian fallos legislativos, debilidades policiales, vías y rutas de transporte, estimaciones de pérdidas por incautaciones y marañas financieras y tecnológicas tendentes a ocultar la actividad y blanquear sus beneficios.
La aportación de Saviano no queda ahí, en su investigación da un paso más. Pone de relieve las vinculaciones con el sistema financiero y cómo los carteles han ayudado a los bancos durante la crisis, aportando liquidez, y la existencia de lo que se denomina narcocapitalismo. Una ayuda inicialmente muy ventajosa para la banca norteamericana, pero que en la actualidad ha encontrado el perfecto cobijo de una banca europea carente de mecanismos de actuación en contra.
Se trata por tanto de una obra necesaria, que pone nombres, lugares e historias a lo que habitualmente nos llega únicamente en formato de balances o datos, especialmente a través de organizaciones como UNODC (la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen). Un texto de interés para investigadores policiales, especialistas en crimen organizado, y todos aquellos que pretendan entender qué sucede, no solo en países como México o Colombia en la actualidad, sino en la configuración del panorama internacional.
Desde el punto de vista del análisis de inteligencia debemos señalar la complejidad de la tarea a la que se enfrentan los cuerpos policiales, mucho mayor por ejemplo que en la lucha contra el terrorismo. En este caso se trata de actividades opacas, envueltas en procesos de ingeniería financiera y tecnológica que exigen una gran especialización, que gozan de capital suficiente, y que en ocasiones son dirigidas y apoyadas por elementos muy cercanos a los poderes institucionales, con las trabas a la investigación que ello puede suponer.
La lucha contra el tráfico de drogas, como una de las actividades en que se manifiesta el crimen organizado transnacional, es una batalla que se está perdiendo. El Director de UNODC ha resaltado los mínimos cambios que se han producido en el fenómeno en los últimos años, mientras que varios países ponían de manifiesto el fracaso en una reunión celebrada en Viena en marzo de este año. John Collins, coordinador de proyecto de política internacional sobre drogas de la London School of Economics (LSE), destaca que “la estrategia actual ha sido desastrosa, no ha logrado su objetivo y ha provocado muchas consecuencias negativas. Continuar por esta línea no está justificado", en un informe suscrito por cuatro Premios Nobel de Economía, y personalidades como Nick Clegg, Javier Solana, o George Shultz.
¿Hay alguna fórmula para dar la vuelta a la situación? Se trabaja en la implantación de sistemas de alerta temprana, se mejoran recursos y formación, pero aún así la actividad criminal no decae. Una amenaza absolutamente resiliente y adaptativa. Una amenaza global carente de acciones de prevención que vayan más allá del ámbito regional.
Y la conclusión de Saviano merece ser considerada. Cuando algo falla lo lógico es buscar otras alternativas. Cada vez surgen más voces favorables a la legalización. ¿Sería una solución? ¿En qué condiciones? El debate está servido.