Una pésima gestión de la crisis de refugiados que vive Europa, y el impacto que los atentados yihadistas en París ha tenido en las principales cancillerías internacionales, han acelerado la necesidad de resolver cuanto antes la guerra en Siria y centrar todos los esfuerzos en dar una respuesta, por ahora militar, a Dáesh.
En este marco de discusión, uno de los principales escollos a los que se enfrentan los negociadores es definir qué papel debe tener Bashar al Assad en la salida del conflicto sirio y, lo que seguramente provoca más resquemores, su papel en el futuro de Siria.Todos los actores internacionales han llegado a una misma conclusión: hay que sentarse a negociar, y hay que hacerlo con Al Assad. El dilema ético para algunos, de realpolitik para otros, está servido.
¿Cómo pueden darse las condiciones para la paz y el retorno de refugiados si Al Assad sigue ocupando un papel central en el proceso de transición? ¿Alguien cree que cederá su poder?
En todo proceso de resolución de conflictos sabemos que hay, como mínimo, cuatro fases: pre-negociación, alto el fuego, negociación y acuerdo de paz. La cumbre internacional celebrada en Viena el pasado mes de octubre suponía, de nuevo, (re)iniciar un proceso (pre-negociación) estancado que sentase las bases de un acuerdo más amplio que permita acabar con más de cuatro años de guerra civil en Siria (acuerdo de paz). Un conflicto que tiene ya tiene poco de civil, y mucho menos de interno, con múltiples aristas regionales e internacionales complicando aún más si cabe su resolución. Uno de los principales actores en este conflicto, Dáesh, ha dejado de ser una amenaza para Siria o para Irak, para serlo también para París, Bamako, el lago Chad, Bruselas, Egipto y un largo etcétera. Diecisiete países, la Unión Europea y la ONU se sentaban juntos por primera vez, poniendo las bases para un acuerdo futuro.
Del problema a la solución
Frente a esta ¿nueva? amenaza, la necesidad de buscar aliados dentro de Siria ha llevado a las principales potencias del mundo a reconsiderar su posición sobre Al Assad. Tras años considerándolo mayoritariamente como el problema, ahora resulta que es la solución. Una visión temporal y cortoplacista que vuelve a desteñir aquellas líneas rojas que Obama, Hollande o Cameron decían que no se cruzarían. Los fantasmas de las intervenciones internacionales en Irak o en Libia siguen en la memoria colectiva, y no hay peor pesadilla que imaginar una Siria sin control y en manos de Dáesh. Esto es en definitiva lo que se quiere evitar a toda costa.
Pero el legado de Al Assad pesa demasiado. Es uno de los principales responsables del desastre humanitario de su país. Las cifras son por todos conocidas: un país absolutamente devastado, con 4,3 millones de refugiados, 6,7 millones de desplazados internos y, al menos, 200.000 muertos. La crisis de refugiados generado por este conflicto se siente en Turquía, Jordania, Líbano e Irak desde hace años, y este 2015 ha llegado hasta el mismo corazón de Europa, Alemania.
¿En un hipotético futuro los acuerdos de paz supondrán la inmunidad para Al Assad? ¿Se negociará previamente? ¿Este acuerdo será el salvoconducto que el presidente sirio busca para ceder el poder?
Retorno de refugiados
Y es la actual crisis de refugiados en Europa, que desde la UE se ha focalizado principalmente en los sirios, la que aporta además otro elemento de discusión. Partiendo de la premisa de que el objetivo final de cualquier crisis de refugiados es que todo refugiado vuelva cuanto antes a su país de origen y de que este retorno se produzca cuando existan las condiciones de seguridad necesarias. ¿Cómo pueden darse si Al Assad sigue ocupando un papel central en el proceso de transición? ¿Alguien cree que cederá su poder? ¿En un hipotético futuro los acuerdos de paz supondrán la inmunidad para Al Assad? ¿Se negociará previamente? ¿Este acuerdo será el salvoconducto que el presidente sirio busca para ceder el poder? ¿Cómo puede él garantizar ahora la seguridad futura de los refugiados que retornen?
El dilema al que se enfrenta la comunidad internacional en esta pre-negociación reside en poner sobre la balanza el papel que Al Assad puede desempeñar en la actual guerra abierta contra Dáesh y su responsabilidad en la actual crisis humanitaria dentro y fuera de Siria. ¿Qué pesará más en las principales cancillerías del mundo? ¿Y para ti?