El ser humano y la verdad
El papel que juegan los sesgos cognitivos nos deja indefensos ante la desinformación, manipulación y/o propaganda de cualquier actor, le tomemos inicialmente como aliado o adversario: desde los políticos a los que votamos, los medios que leemos, las informaciones que nos llegan de nuestro entorno cercano, o de las mentiras que a nosotros mismos nos contamos.
Se entiende por sesgos, siguiendo a Heuer (2007), a “los errores mentales inconscientes resultado de la propensión instintiva a la simplificación en la toma de decisiones, reduciendo la cantidad de la información y la incertidumbre que conlleva. Los sesgos típicamente llevan a atajos o desviaciones en el juicio, basados en la memoria, la experiencia, la educación, el bagaje cultural, las ideologías, las heurísticas o simplemente las reglas generalmente admitidas”. Como queda de manifiesto en esta expresión de Heuer, los sesgos son consecuencia de los retos cuantitativos y cualitativos que presenta la información.
Preferimos que las noticias nos den la razón, que los datos encajen en nuestros esquemas mentales a tener que lidiar con el vértigo que produce el pensar que podemos estar equivocados. En la década de 1990, la psicóloga social Ziva Kunda consolidó el concepto del razonamiento motivado señalando que“existen pruebas considerables de que es más probable que las personas lleguen a las conclusiones a las que desean llegar”. Entre todos los sesgos destaca el denominado “de confirmación”, por el cual tendemos a seleccionar la información de fuentes que reafirman nuestros propios puntos de vista. La propia tecnología, al ofrecer los buscadores de Internet la información en base a búsquedas previas y gustos mostrados por el usuario, contribuye a potenciar este sesgo de confirmación. Un error cognitivo que, adicionalmente, hace que no se recurra a más fuentes en cuanto el prejuicio propio es reafirmado con dos o tres inputs informativos, rechazando interpretaciones alternativas.
Los sesgos cognitivos provocan que se analicen duramente las propuestas del que piensa diferente, llegamos así incluso a establecer la imagen de “grupo rival”, mientras que las del propio grupo están justificadas. Así, evitamos que nuestro esquema de valores se encuentre en peligro. De este modo, muchas de las afirmaciones de ciertos políticos, o medios, resultarán más o menos atractivas en función de la ideología de cada persona. Uno de los métodos más recurridos es el de la insinuación: a partir de suposiciones los actores de esta posverdad lanzan premisas que no tienen por qué ser ciertas (es el caso de la coletilla “mucha gente dice”, sin aclarar quién piensa –cuándo se ha comprobado, cómo- lo que viene a continuación). Esta situación induce a la confusión y a que sea muy difícil distinguir entre la verdad y la especulación.
Ley Campoamor. “En este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira”. Ramón de Campoamor y Campoosorio (1817-1901)
La realidad que percibimos, es una realidad construida, es una visión más de un escenario del que no tenemos la fotografía completa. Muchas de las mentiras son aceptadas o rechazadas sin prestar atención a los hechos, solo depende del color de las gafas con las que observemos la realidad (o de la pastilla roja o azul por la que hemos optado)... una subjetividad en la percepción, en la cognición, de la que nadie escapa, pues resulta imposible separar nuestra experiencia de vida de nuestra forma de ver y afrontar el mundo que nos rodea. Y es en esta debilidad, tan real como imposible de eliminar, donde la posverdad no entiende de fronteras, en la que diversos actores han encontrado un colchón en el que hay cabida para las suposiciones, al margen de su verificación. Esto ha provocado la creación de estructuras mentales -especialmente, en el mundo de la política-, en las que se establece un hecho como verdad, aunque la evidencia sea muy pequeña o no exista.
De algún modo, el hombre no busca constantemente la verdad, sino que trata de adaptarse a ella y, en muchas ocasiones, la evita. De forma general, la información a la que estamos expuestos se absorbe como una esponja. Resulta curioso que el ser humano asuma como cierta aquella información que le resulta familiar y se cierre más a aquello de lo que está en contra. El premio Nobel Daniel Kahneman lo denomina “facilidad cognitiva”, que consiste en que el hombre orienta en su propia dirección los hechos que son más difíciles de asimilar para el cerebro.
“El exceso de información es la nueva censura”, Zeynep Tukekci
Pero, ¿por qué está triunfando la posverdad? En primer lugar, por la pérdida de confianza en las instituciones en las que se apoya y, en segundo lugar, por los profundos cambios en la forma en la que la información llega al público, ello sin olvidar que, enseñar a la sociedad a mantener un juicio crítico desde la infancia, a informarse y saber dudar, no es prioridad del sistema educativo actual, tampoco de las familias ni del entorno. Es más sencillo encontrar teorías conspiranoicas cargadas de absoluta imbecilidad que juicios críticos sobre las cuestiones que consideramos axiomas irrefutables.
La pérdida de confianza se debe a que los expertos se contradicen entre sí y los Gobiernos se confunden, intencionadamente o no, de manera constante, lo que está minando la credibilidad en las instituciones públicas. Como apunta Zeynep Tukekci, de la Universidad de Carolina del Norte, “el exceso de información es la nueva censura”. El exceso de inputs informativos genera confusión, y en la confusión ganan aquellos que quieren sembrar dudas sobre realidades para introducir explicaciones alternativas, e interesadas, de la realidad.
Susan B. Glasser, editora del medio POLITICO, habla del efecto que ha tenido la posverdad- elegida como palabra del año 2016 por el diccionario de Oxford- en las últimas elecciones presidenciales de EEUU. Glasser expone que los escándalos destapados por los medios y que rodearon al candidato republicano Donald Trump durante su campaña electoral no parecieron importarle a la opinión pública, guiada por sus sentimientos antes que por hechos objetivos. Estos hechos iban desde las palabras misóginas hacia mujeres a la evasión de impuestos, entre otras múltiples cuestiones.
¿Cuáles son las principales patologías que nos afectan como seres humanos a la hora de enfrentarnos a la verdad?
- La necesidad de establecer pautas y patrones, de imponer una estructura al mundo que sea acorde con nuestra forma de pensar. Hasta el punto en que se llegan a reconocer patrones donde no los hay. Un ejemplo es el de la secuencia 00110010010011, en la que más del 50% de personas preguntadas en Twitter respondieron que sí eran capaces de ver el patrón, aunque la secuencia de había generado aleatoriamente. Estos patrones podían funcionar en un mundo muy estructurado, con una información limitada. Evidentemente no sirven en la actualidad. (El País, Por qué la gente cree en las teorías de la conspiración, 27/08/2017).
- La ausencia de información, el desinterés en acceder y contrastar, o la dificultad para ello.
- La presión grupal o “tribalización”. Nuestra posición en la sociedad depende del ajuste entre nuestras creencias y las de nuestros semejantes. El experimento de Milgram, desarrollado en 1961, es un claro ejemplo en cuanto a la obediencia a la autoridad. Si una persona se para mirando al cielo durante 60 segundos es muy probable que atraiga la curiosidad de más personas que se detendrán, curiosas, a observar el cielo. Cuanta más gente, y más gente cercana, acepte una opinión más probable será que la aceptemos.
- Efecto burbuja. Los algoritmos de Internet seleccionan la información que considera encajan con los gustos del usuario (en base a la localización, el historial de búsqueda, etc.). Ello propicia que no pueda acceder a contenidos que se salen de lo que forma su experiencia, conocimiento o ideología actual. El término ha sido popularizado por Eli Pariser (2012), en su libro que tiene el mismo nombre. De acuerdo con Pariser, los usuarios son menos expuestos a puntos de vista conflictivos y son aislados intelectualmente en su propia burbuja de información, impidiendo el acceso a información relevante.